Canción peruana y página en blanco
Seguramente te ha pasado estando en algún lugar lejano que escuchas de pronto una canción tradicional de tu tierra y sientes una especie de orgullo y nostalgia que te surca el pecho, te llena los ojos de lágrimas y hace que te dirijas casi con seguridad a buscar la fuente de tus emociones: aquella persona o equipo tecnológico que emite la melodía.
Si alguien te pidiera que describas con palabras lo que te hace sentir esa música, posiblemente usarías algunas de las frases que he colocado a propósito líneas arriba. Es válido, son sencillas y expresan emoción. Pero describen reacciones físicas, no sensaciones.
Uno de los ejercicios de escritura que utilizo con mayor frecuencia para liberarme de bloqueos es escuchar una canción y tratar de describir lo que me hace sentir, siempre que esta me guste. Y no de la manera descriptiva sino de alguna más abstracta: vincular el sonido con figuras, con sonidos o con sabores, porque la música también se disfruta con otros sentidos.
Aparecen juegos de palabras que solo tienen sentido para mí, porque están marcados por mis propios recuerdos y sensaciones, que son las herramientas que tengo para escribir además de las manos. Lo más seguro es que las mismas notas para las demás personas se expliquen con otras palabras, con otras emociones o con otras nostalgias.
Ocurre también que al poco rato borro todo lo avanzado, pero alguna frase suelta ha quedado grabada y se convierte en la punta de la madeja para salir del laberinto de la página en blanco. ¿Es esta una solución? No, apenas es un recurso que funciona para mí como para otros resulta anotar ideas en un cuaderno, grabar frases sueltas en el celular o leer al azar cualquier línea de un libro.
Por el resultado no me preocupo. Difícilmente tendré alguna vez el talento de Vallejo para lograr una frase como “¡Lo entiendo todo en dos flautas y me doy a entender en una quena!”.
Así que si tienes algún momento libre para un ejercicio, escucha nuevamente aquella canción peruana que te sorprendió cuando estuviste lejos y trata otra vez de describirla. Olvídate de las frases convencionales y deja que tus manos o tu voz trabajen. Quizás esta vez tu pecho no salte, pero podrías encontrar un nuevo color para tu página en blanco.